Es obvio que, como sociedad, debemos promover un cambio de mentalidad y en los procesos productivos si queremos hacer frente a los retos sociales y ambientales a los que nos enfrentamos. Para ello, resulta necesario que las empresas apostemos por modelos basados en la economía regenerativa y no extractiva. Es decir, que las empresas consideremos los factores sociales y ambientales a la hora de diseñar nuestras actividades económicas, de tal forma que éstas, además de generar ingresos, generen impacto positivo en la sociedad y el medio ambiente.

 

 

Pero pese a que las empresas son las que tienen mayor responsabilidad, este cambio del modelo económico actual precisa de la colaboración de todos los agentes (sector público, privado y sociedad civil), pues las decisiones tomadas desde cada uno de estos agentes, facilitarán la necesaria transformación hacia una economía regenerativa alineada con los Objetivos de Desarrollo Sostenible. Para ello:

 

• LAS EMPRESAS: debemos comprometernos a crear productos y servicios respetuosos con el medio ambiente. Pero también, a desarrollar acciones con visión global que mejoren los entornos sociales y ambientales.
• LAS ADMINISTRACIONES: deben acompañar esta conciencia ambiental creando y haciendo cumplir leyes protectoras referentes al medio ambiente, y sancionando severamente a quienes las incumplan.
• LA SOCIEDAD CIVIL: puede colaborar buscando y consumiendo productos y servicios responsables en sus procesos productivos y que aporten valor.

 

 

 

 

EL CONCEPTO DE ECONOMÍA REGENERATIVA

 

 

En el artículo “Día de la sobrecapacidad de la Tierra” de este mismo blog se avanzaba que la explotación que estamos realizando como especie de los recursos naturales supera, con creces, la capacidad que tiene el planeta para regenerarlos y satisfacer nuestras necesidades. De ahí que podamos afirmar que el actual modelo es insostenible.

 

 

Si queremos asegurar la supervivencia de nuestra especie, es necesario un cambio de paradigma que invierta el curso de la economía lineal y favorezca la transición hacia un modelo de economía regenerativa y circular, cuyo objetivo sea restablecer el equilibrio ecológico entre el ser humano y la naturaleza y que nos permita devolver todo lo que recibimos de ella.

 

 

Precisamente esta necesidad de cambiar, es la clave de la aparición del nuevo concepto de economía regenerativa. Un concepto que se basa en la idea de que necesitamos desarrollar reglas integrales para llegar a una relación restauradora entre la humanidad y los ecosistemas de los que obtenemos recursos para nuestro sustento.

 

 

Dado que el concepto de economía regenerativa parte de una idea diferente a la mentalidad de economía extractiva, no es de extrañar que los modelos empresariales de una y otra difieran. Mientras que las empresas con mentalidad de economía extractiva concentran sus esfuerzos en generar un único tipo de valor (beneficio financiero) para sí misma y los accionistas, el nuevo paradigma de empresa se preocupa por cuántos tipos de valor puede crear y cómo puede devolverlos a la sociedad y el medio ambiente.

 

 

Para ello, promueven y desarrollan acciones que, por ejemplo, fomentan la captación de CO₂, la revitalización de economías locales, la regeneración de suelos o la restauración ecológica de bosques entre otras.

 

 

 

 

REGENERACIÓN: UN CONCEPTO QUE VA MÁS ALLÁ DE LA SOSTENIBILIDAD

 

 

Los retos y amenazas a los que nos enfrentamos como sociedad son diferentes. El cambio climático y la creciente desigualdad son síntomas de una ideología económica profundamente deficiente, que no hace más que reflejar la necesidad de evolucionar hacia un modelo más eficiente y sistémico que facilite una vitalidad social, económica y ecológica.

 

 

Actualmente, se está hablando mucho de sostenibilidad en el sector empresarial. Pero la sostenibilidad por sí misma no basta. Necesitamos avanzar hacia una cultura y economía regenerativa, resiliente y adaptable que sirva para crear un futuro próspero para el planeta y, consecuentemente, para la humanidad.

 

 

En el Informe GlobeScan-SustainAbility del año 2019, los expertos consultados asociaban la economía regenerativa con términos como economía circular, sostenibilidad, economía equitativa, inclusiva, resiliente, justa, equilibrada, holística y sin residuos.

 

 

Pero para lograr esta transición y garantizar la continuidad del modelo de economía regenerativa, el cambio más profundo que debe producirse es, quizás, a nivel educacional y cultural, porque es ahí donde está la clave. La educación es la que marca nuestros patrones de conducta y de pensamiento. Al mismo tiempo, es la que nos permitirá dejar atrás las ideas cortoplacistas propias del modelo económico actual en las que obtener beneficios económicos esta por encima de todo y que nos han llevado hasta este punto crítico.

 

 

Es por ello que el cambio o modificación del modelo económico actual precisa de inversión en I+D+i+d (investigación, desarrollo, innovación y divulgación). Ésta, debe realizarse a fin de lograr un modelo más eficiente y potente que genere valor añadido y que tenga continuidad gracias a esa labor de divulgación que ayude a educar a la sociedad.