INTELIGENCIA EMOCIONAL COMPARTIDA ENTRE PERSONAS Y BOSQUES
Cuando paseamos por un bosque no somos conscientes de que bajo nuestros pies se extiende un denso entramado de raíces y micelios de hongos, una red de conexiones que sirve a los árboles para comunicarse unos con otros. Este entramando bajo tierra imita las redes neuronales y sociales del ser humano, y permite a los árboles transmitir, además de nutrientes, señales bioquímicas y eléctricas de un árbol a otro. La Real Academia Española asigna a “comunicar” el siguiente significado: transmitir señales mediante un código común entre emisor y receptor. Por ello, podemos asegurar que esas señales son prueba evidente de la existencia de comunicación entre los árboles al igual que lo hacemos entre las personas. O lo que es lo mismo, existe una inteligencia emocional entre personas y bosques compartida.
Esta relación compleja entre los árboles también se puede imaginar y explicar usando analogías con nuestras relaciones humanas y sociales. La Doctora y Profesora de Ecología Forestal Suzanne Simard ha desarrollado teorías y realizado experimentos que demuestran cómo los árboles son capaces de comunicarse entre si. Firme defensora de la popularización de la ciencia, transforma el lenguaje científico, frío y objetivo de sus investigaciones por otro más personal y cercano en sus conferencias para explicar que la conexión existente entre los árboles es comparable con la sinapsis de las neuronas humanas. Y es que “Los árboles del bosque hablan entre si“.
LOS ÁRBOLES, AL IGUAL QUE LAS PERSONAS, SE COMUNICAN ENTRE SÍ. DE AHÍ QUE EXISTA UNA INTELIGENCIA EMOCIONAL ENTRE PERSONAS Y BOSQUES COMPARTIDA
Los árboles son seres vivos que respiran, deciden, sienten y se protegen entre sí. No son competidores y luchan entre si por la luz y el espacio, todo lo contrario. Los árboles están muy interesados en mantener vivos a todos los miembros de la comunidad.
Los árboles son seres sociales capaces de proteger a sus compañeros enfermos con sus nutrientes y defenderlos de las inclemencias. Con alta resistencia a la climatología más diversa, son seres capaces de respetar los espacios respectivos ya que sus vínculos y relaciones duraderas se tejen en la profundidad de sus raíces de tal modo que, además de saber acompañarse para convivir saben incluso morir juntos, como los Tocones.
Como otros seres vivos se comunican entre sí; y lo hacen a través del olor, otras veces por medio de señales eléctricas. En ocasiones se sirven del sentido del gusto, liberando taninos amargos y tóxicos para los insectos perforadores. Por ejemplo, las acacias emiten un gas (etileno) de aviso a sus congéneres ante peligros cercanos. Esquemas de comunicación y solidaridad similares los tienen las hayas, píceas y robles.
Esta sociedad inteligente, silenciosa y capaz de autorregularse que denominamos Bosque, goza y crea estructuras determinadas por diferentes grados de unión, afinidades, etc para ajustar la orientación de sus copas distribuir el espacio y la luz. En ese proceso de autorregulación en un mismo árbol, si las raíces están en dificultades, la información se extiende por todo el árbol a través de las hojas soltando sustancias olorosas ajustadas a cada objetivo a liberar.
A su vez, el mundo animal registra los mensajes químicos emitidos por los árboles, de manera que ese mundo animal comprende que allí se produce algún tipo de agresión y que corresponde ponerse en marcha. Así por ejemplo, los sauces producen salicina para defenderse, la cual tiene un efecto similar, aunque para nosotros, los humanos, es más bien al contrario: la infusión de corteza de sauce puede aliviar el dolor de cabeza y la fiebre y es el precursor de la aspirina.
Evidentemente, esta estrategia de acción requiere tiempo para aprender y actuar y los árboles han aprendido a no depender del aire como antena única para avisar a sus congéneres, se sirven de otras formas de comunicación colaborativa. La ciencia botánica ya habla de una especie de “Wood-Wide-Web” que atraviesa los bosques. En contraste las plantas de cultivo parecen haber perdido esta capacidad de comunicarse ya sea por encima o debajo de la tierra y al volverse mudas son presa fácil para los insectos.
LA CONCIENCIA AMBIENTAL ES CLAVE PARA NUESTRA SUPERVIVENCIA
De la misma manera que los árboles se preocupan por el bien de la comunidad forestal, nosotros, como sociedad, deberíamos tener esquemas de comunicación y solidaridad similares a la de los árboles. Esta inteligencia emocional entre personas y bosques debería ser compartida.
Humanos y Bosques estamos determinados a respetarnos desde la consciente corresponsabilidad de la vida que representamos y la mutua necesidad de los unos y los otros. Por todo lo cual gestionar inteligentemente esta convivencia supone compartir enfoques, muto reconocimiento de nuestra identidad, estrategias de contención y dirección de nuestras emociones lo que nos hace más fuertes para asumir nuestra vulnerabilidad. Consiguientemente, incrementar nuestra templanza ante situaciones de dificultad con el esfuerzo sostenido que ello requiere, supone ganar en perspectivas y acciones buenas con beneficios múltiples para todos.
Los bosques son un hábitat complejo de gran riqueza biológica. Somos nosotros, los humanos, quienes debemos tomar conciencia de la trascendencia que tienen los bosques en el medio ambiente, ya que con su desaparición, lo único que logramos es alterar los ecosistemas y precipitar que el día de mañana muchos de los hábitats que conocemos desaparecerán, provocando la extinción de miles de especies de la flora y fauna que nos proporcionan muchos recursos para nuestra supervivencia.
Desde esta responsabilidad, el proyecto medioambiental ASHES TO LIFE Project se presenta como una alternativa capaz de ayudar a paliar significativamente la desaparición de la masa forestal. Concretamente restaurando los bosques que han sufrido incendios y devolvérselos a la sociedad para que puedan recuperar los espacios de uso y disfrute así como las actividades económicas vinculadas a esos ecosistemas.
ASHES TO LIFE #CuidaTuPielYlaDelPlaneta.