LOS SERVICIOS ECOSISTÉMICOS: DEFINICIÓN Y CLASIFICACIÓN
Los ecosistemas sustentan todas las actividades de la vida de los seres humanos. Y evidentemente, los ecosistemas forestales, no son ajenos a este hecho. Entre otras cosas, estos entornos proporcionan beneficios tan diversos como alimentos, agua, madera, purificación del aire, formación del suelo, polinización,… que forman los conocidos como servicios ecosistémicos.
Ya adelantábamos en este mismo blog en el articulo de “El valor real de los bosques” que la relación indivisible de nuestra especie con la naturaleza y el pensamiento hacia ésta, ha sido muy variante a lo largo de la historia. Basta con ver la percepción sobre la naturaleza que tenían algunos de los pensadores más ilustres de distintas épocas.
Por ejemplo, el filósofo, matemático y físico francés René Descartes (1596-1650), proponía un trato absolutamente libre al considerar que la Naturaleza no era más que materia sometida al poder del hombre. Por el contrario, el filósofo y científico prusiano Immanuel Kant (1724-1804), apelaba a un deber indirecto de respeto.
Y es que el aprovechamiento que hemos hecho como especie de los espacios naturales ha ido cambiando de generación en generación para pasar de la mera subsistencia a la sobreexplotación.
La existencia de ese interés económico asociado a estos espacios es el que ha facilitado la aparición del concepto “servicios ecosistémicos”, un concepto que ha ido redefiniéndose a lo largo de las últimas décadas y que permite concretar el valor de todos esos bienes y servicios que la naturaleza nos ofrece de forma gratuita. Pero veamos el origen de este término que actualmente está tan de moda.
HISTORIA DEL CONCEPTO SERVICIOS ECOSISTÉMICOS
El concepto “servicios ecosistémicos” es relativamente reciente. Surgió durante la década de 1970, pero la idea de que los ecosistemas ayudan al bienestar de nuestra especie, es mucho más antigua.
Ya el filósofo griego Platón ya documentó en el 400 a . C las relaciones entre la deforestación y el suministro de agua, un tema que incluso a día de hoy sigue vigente y que la comunidad científica ha demostrado. Mas adelante, durante los siglos XVIII y XIX, distintos economistas reconocieron el valor proporcionado por la tierra y otros recursos naturales como “activos productivos”.
En un momento en el que la sociedad creía de forma generalizada que los recursos de la Tierra eran infinitos y existían únicamente para que los explotara el hombre, el diplomático y filólogo estadounidense George Perkins Marsh (1801-1882) publicó “El hombre y la naturaleza”. En esta obra -reconocida como una de las fundacionales del movimiento conservacionista-, el autor argumentaba enérgicamente que el hombre está en la Tierra para tomar prestados sus recursos naturales y siempre debe actuar responsablemente en su forma de proceder, hasta el punto de afirmar: “El hombre es en todas partes un agente perturbador. Dondequiera que ponga su pie, las armonías de la naturaleza se convierten en discordias“.
Pese a la importancia de su contenido, la escritura de George Perkins Marsh se desvaneció en la oscuridad durante un tiempo hasta ser redescubierta en el siglo XX por los ambientalistas modernos, que quedaron impresionados con la hábil descripción que hacía el autor de los problemas ambientales y sus sugerencias de soluciones basadas en la conservación.
A principios del siglo XXI, la comunidad científica empezó a prestar una mayor atención a la compleja relación entre los sistemas ecológicos y socioeconómicos y a la forma en que un cambio en esta relación afectaba directamente al bienestar humano.
Gracias a ello, se comenzó a profundizar en la valoración de los distintos bienes y servicios que aportan los entornos naturales y en los enfoques más adecuados que permiten cuantificar estos bienes y servicios, lo que facilitó que se acuñase el término “servicios ecosistémicos”.
DEFINICIÓN Y CLASIFICACIÓN
Según la FAO (Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura), los servicios ecosistémicos son la multitud de beneficios que la naturaleza aporta a la sociedad.
Pero la definición más empleada y aceptada es la propuesta en el 2005 por la ONU en la Evaluación de los Ecosistemas del Milenio (Millenium Ecosystem Assessment), siendo los beneficios que aportan los ecosistemas a los seres humanos para realizarse en todas sus facetas. Dichos beneficios pueden ser recibidos en forma de valores (servicio cultural), bienes (servicio de aprovisionamiento) o de servicio (servicio de regulación).
Bajo esta descripción, se integran los beneficios (tangibles e intangibles) que se derivan de la naturaleza para provecho del ser humano y que, de acuerdo a ciertos criterios, pueden ser valorados económicamente a fin de equipararlos con actividades económicas que implican cambios en los usos del suelo. Esta fórmula, permite contar con argumentos adicionales para su conservación y manejo.
Es importante destacar que existen detractores del concepto servicios ecosistémicos, pues piensan que este marco conceptual mercantiliza la naturaleza. Pero evidentemente, el fin último no es establecer un valor de transacción (precio) de los diferentes servicios ecosistémicos, sino más bien poner de manifiesto la importancia que tienen para el hombre que no son transados en el mercado como por ejemplo la regulación hídrica y/o no monetizados como el valor espiritual, que ya tratamos en el artículo “Valor espiritual, cultural, económico e identitario de los bosques” de este mismo blog.
En la citada Evaluación de los Ecosistemas del Milenio de la ONU, además de la definición, se propuso la clasificación de los servicios ecosistémicos. Y esta clasificación sigue siendo una de las más utilizadas en la actualidad. A saber:
- Servicios ecosistémicos de provisión o abastecimiento: Aquellos productos obtenidos de la naturaleza para su consumo o utilización ya sea de manera directa o previo procesado. (Ejemplos: Agua dulce; Combustibles renovables como la madera o los huesos de aceituna; Comida, Compuestos bioquímicos, recursos farmacológicos y medicinales; Materias primas bióticas para tejidos; Materiales geóticos como la sal; Recursos genéticos para agricultura, ganadería y biotecnología; Recursos ornamentales; …).
- Servicios ecosistémicos de regulación: Aquellos que hacen referencia a procesos ecológicos que mejoran o hacen posible nuestra vida. (Ejemplos: Control de erosión del suelo; Control de enfermedades o plagas; Mantenimiento de la fertilidad del suelo; Mejoras en la calidad del aire; Polinización; Regulación del clima, Regulación del ciclo del agua; Reciclado de desechos y purificación de aguas residuales; Reducción de daños ante catástrofes naturales;…).
- Servicios ecosistémicos culturales: Aquellos valores o beneficios no materiales que se obtienen de la naturaleza a través del enriquecimiento personal o espiritual, el desarrollo cognitivo, la reflexión, el disfrute de la naturaleza o los placeres estéticos que ofrecen los propios ecosistemas. (Ejemplos: Arraigo; Conocimiento científico; Diversidad cultural del territorio; Patrimonio cultural; Servicios recreativos y turísticos; Valor espiritual; Valor educativo; Valor como fuente de inspiración; Valor estético;…).
- Servicios ecosistémicos de soporte: Aquellos que engloban los procesos ecológicos necesarios para la producción de los otros tres tipos anteriormente descritos. Esto hace que su impacto sobre el ser humano sea indirecto o directo a muy largo plazo. (Ejemplos: El ciclo del agua; El ciclo de nutrientes; La formación del suelo; La fotosíntesis; La producción primaria;…).
Los ejemplos mostrados en la anterior clasificación, han sido recogidos para facilitar la comprensión de estos cuatro grandes grupos, pero no refletan la totalidad de los mismos. Así mismo, cabe destacar que muchos de estos servicios podrían ser clasificados en varios de los grupos dependiendo del prisma con el que se miren.
Comprender la importancia de los ecosistemas, tomar conciencia del valor de los bienes y servicios que éstos nos aportan, y asumir que cualquier actividad humana tiene un impacto sobre los ecosistemas, nos obliga como especie a promover iniciativas de conservación y cuidado de la naturaleza. Y esta obligación debe afectar a todos los actores: administraciones, sociedad civil y, por supuesto, empresas.
Conscientes de ello, desde Ashes To Life estamos firmemente comprometidos en el desarrollo de ASHES TO LIFE Project, un proyecto de Investigación Medioambiental pionero con que queremos devolver la vida a los bosques que han sufrido incendios a partir de sus propias cenizas.
Su materialización va más allá de la recuperación de los espacios naturales devastados por el fuego a través de la restauración ecológica. Desarrollarlo íntegramente, permitirá recuperar los servicios ecosistémicos asociados a estos entornos naturales imprescindibles para nuestra supervivencia. ¿Nos ayudas crear vida de las cenizas?.
ASHES TO LIFE #CuidaTuPielYlaDelPlaneta