LOS INCENDIOS SE APAGAN EN INVIERNO
A mediados de la década de los noventa la Revista Quercus acuñó un eslogan que hacia diana en la conciencia medioambiental: “los incendios se apagan en invierno”. Pretendía prevenir, gestionar y planificar; crear puestos de trabajo en la ganadería extensiva, fomentar razas autóctonas —no probar nuevas—, recoger la leña, hacer que los habitantes se involucraran y sobre todo, planificar para que los ecosistemas forestales vayan tendiendo hacia donde nosotros queremos y no hacia la destrucción por una simple colilla, barbacoa o rayo. O en otras palabras, había que invertir en prevención para dejar los ecosistemas forestales preparados para el verano.
La citada publicación, además de poner el acento en la prevención lo hacía también en la planificación; sierra a sierra y valle a valle, considerando la diversidad de entornos y situaciones a fin de partir de las condiciones estructurales y el estado de abandono o cuidado de los ecosistemas forestales y el desarrollo rural sostenible que permitiera la puesta en valor de esos espacios como polos de atracción para nuevas poblaciones.
Por poner un ejemplo, en lo concerniente a la cornisa cantábrica, los incendios forestales no solo ocurren en verano. Es más, el 40% acontece fuera de la temporada estival y tienen su origen, la mayor parte de las ocasiones, en la quema de matorral, helechos y rastrojos de los ganaderos.
Por otra parte, el cambio climático –ausencia de lluvias- y las inusuales condiciones meteorológicas -vientos intensos- de inviernos tardíos han adelantado los fuegos invernales, que por lo general tienen lugar en febrero o marzo.
Si bien, voces autorizadas convergen en medidas óptimas a tomar, no parece ser que la gestión de los bosques se lleve a cabo con tanta nitidez y rigor como se piensa. En otras palabras la incoherencia de “no hacer lo que se dice necesario hacer” en las competencias de las administraciones gubernamentales y locales genera una desidia peligrosísima en lo concerniente a la prevención y limpieza de los montes y bosques de las malezas tojos, arbustos sin controlar, etcétera, así como podar árboles, cortar los que por su edad se aprovechen para madera y plantando nuevos árboles de acuerdo a cada zona. De esta manera, tendríamos material para obtener biomasa o hacer quema controlada y haríamos rentable la producción de madera en nuestros bosques. Las autonomías deberían coordinar con los Ayuntamientos la creación de equipos de trabajadores y con la maquinaria adecuada.
NECESIDAD DE UNA MEJOR GESTIÓN FORESTAL
Tras consultar el último informe sobre incendios elaborado por expertos el pasado verano, el comisario europeo de Medio Ambiente Karmenu Vella afirmó que “Es necesario invertir mucho más en gestión forestal para garantizar mejores prácticas. Como se ha constatado este mismo verano, aún queda mucho por hacer en materia de prevención”.
El dosier deja claro que hay serios problemas que abordar en España, donde el número de incendios aumentó el pasado año un 11,6 % respecto a la media de la última década. Lógicamente el cambio climático es uno de los motivos que han causado este aumento, pero el informe también alienta a las autoridades a poner foco en la prevención como clave para reducir el riesgo de incendios, pues la gestión adecuada de los bosques y las prácticas de uso del suelo pueden reducirlo y mejorar la resiliencia del monte.
Para ello, según apunta el Ejecutivo europeo, hay que pedir a las comunidades locales y a los responsables políticos «más formación y sensibilización». Eso sí, el equipo del comisario también pone el dedo en la llaga. Critica las «prácticas de gestión forestal no sostenibles», «la degradación de los ecosistemas» y la plantación de árboles «muy inflamables», como el eucalipto, Además de la prevención, Bruselas insiste en que es necesario acelerar la puesta en marcha de una Reserva Europea de medios contra incendios.
MEDIDAS PARA COMBATIR LOS INCENDIOS FORESTALES
Los expertos consultados hacen hincapié en que los inviernos se apagan en invierno, señalando varias medidas para combatir estos incendios forestales entre las que se encuentran:
- Convencer a los ganaderos para que busquen alternativas al fuego, como los desbroces mecánicos y la mejora de pastizales, con el apoyo de los sindicatos agrarios.
- Lograr acciones contundentes de las Fiscalías de Medio Ambiente, que deben dejar claro que no hay impunidad para los responsables.
- Aumentar la inversión en medios de extinción, pero sobre todo de prevención. La extinción debería ser el último recurso. Un incendio que no se puede controlar en su inicio es una lucha desigual que muy probablemente la
- Aplicar incentivos fiscales para que profesionales forestales se encarguen de una gestión sostenible, considerada de interés general por la Ley de Montes, para garantizar la conservación y mejora de los montes y, de paso, generar riqueza y empleo en el medio rural.
- Fomentar la producción y el consumo de madera y sus productos, incluido el uso energético de la biomasa forestal, que disminuiría la carga de combustible de los montes y haría de motor económico en el entorno rural.
RESPONSABILIDAD COMPARTIDA FRENTE A LOS INCENDIOS FORESTALES
Tal y como citábamos en el artículo “La responsabilidad medioambiental es de todos”, el nivel de conciencia social respecto a la ecología es creciente pero aun insuficiente. Es necesario que como sociedad reenfoquemos nuestra relación con la naturaleza y se tomen decisiones en distintos planos (sociales, políticos y empresariales) a fin de promover proyectos y acciones para la conservación y mejora de los entornos naturales, concretamente, los bosques.
Entre estas acciones de conservación, resulta vital contribuir a mejorar la gestión de la prevención y combate de incendios forestales generando propuestas con foco en la prevención (medidas sociales, de planificación territorial, mejoras institucionales, ampliar y fortalecer los recursos humanos destinados a la prevención de los incendios forestales). Y es que como decimos, los incendios se apagan en invierno.
Dado que los incendios forestales son un problema de carácter global, resulta necesario establecer un “Banco Público de Información” que permita planificar y gestionar el riesgo ante los incendios forestales y consolide una cadena de gestión inteligente y estandarizada para todos los municipios y gobiernos regionales. Implicarse en ello nos permitirá soluciones “baratas” y sostenibles a largo plazo. El desarrollo de esta estrategia integral debe ser tarea compartida entre administraciones, entornos sociales, especialistas e investigadores del área forestal.
Pero al igual que la tarea y responsabilidad es compartida, los beneficios de esta práctica también los son. Y es que como se expone en el artículo “Gestión sostenible de bosques: una práctica donde todos ganan“, adoptar todas esas medidas que promueven la conservación y mejora de los ecosistemas forestales, logra una armonía entre los entornos naturales, económicos y sociales.
Si todos adoptamos las distintas medidas con foco en la prevención y asumimos esta conciencia ambiental comprendiendo que los incendios se apagan en invierno, lograremos reducir significativamente los incendios forestales y sus drásticas consecuencias. Y es que entre todos -instituciones, sociedad civil y empresas- podemos ayudar a cuidar el Planeta.
ASHES TO LIFE #CuidaTuPielYlaDelPlaneta